La experiencia de estar cara a cara con el entendimiento puro

¨Se pueden encender miles de velas a partir de una sola vela¨

Siddhārtha Gautama (Buda)


Era Febrero de 2015 y la noticia, me cayó como una bomba.

¨Estás perdiendo hueso de tus encías. Tu incisivo central izquierdo tiene una raíz muy corta y se va a desprender en cualquier momento. Hay que operar e injertar hueso para salvar ese diente y los demás…¨.

A partir de ese momento dejé de escuchar. Salvando las distancias, me quedé como Walter White en la escena del primer capítulo de Breaking Bad.  

Como tantas personas, ir al odontólogo no es mi fuerte. Una fobia ancestral a la contaminación que me limitó en el pasado, se sumaba como elemento perturbador al estrés en el consultorio y a la noticia. Por mi profesión académica de base, trabajé durante más de 20 años en un hospital. Conozco y padecí el tema muy de cerca y demasiado bien para mi gusto.

Después de ese shock inicial, mientras retornaba a mi casa rumiaba buscando una explicación y al mismo tiempo una forma de zafar de la situación.

La primera pregunta fue: “¿para qué me está sucediendo esto ahora?¨

Y a esa siguieron más reflexiones y preguntas: ¨yo estaba tan tranquila…¨, ¨¿por qué tengo que dar esta nueva prueba de valentía y ante quién?¨, “¿cuándo voy a salir de esta tortura?, ¿qué más me queda por aprender aún?“.

Además, ¨¿cómo voy a pagar la fortuna que me va a salir este tratamiento?¨

Yo suelo pasar por períodos de gran producción onírica. A la mañana siguiente me desperté con un mensaje en mi cabeza: “yo ya tengo todas las respuestas que necesito”.

Esta declaración fue muy fuerte para mí, pero aún no sabía cuáles eran esas respuestas.

Parte de mi formación como Coach de Alta Performance requirió vivir la experiencia de ser Cliente de coaching. Desde entonces comprendí que la única forma de ser un buen Coach, es comenzar por recibir coaching y seguir recibiéndolo a lo largo del desempeño profesional.

Así que ese mismo día contacté a una gran colega y amiga para pedirle una sesión de coaching. Necesitaba saber cuáles eran esas respuestas que yo ya tenía y si eran a las mismas preguntas que me había hecho en vigilia.

Luego de realizarme algunas preguntas de exploración y mientras le estaba relatando la opinión de la facultativa, tuve una expansión de consciencia tal, que inmediatamente conocí y comprendí total y cabalmente las respuestas a las que hacía referencia mi sueño.

Fue literalmente una catarata de darme cuenta de una cosa tras otra, que los que han experimentado ya expansión de consciencia, comprenderán exactamente de qué estoy hablando.

Para aquellos que no lo han experimentado aún, puedo decirles que es un estado interno de estar cara a cara con el entendimiento puro y una conexión profunda con la propia esencia. Se descorre una cortina detrás de la cual aparece con claridad un nuevo conocimiento y comprensión profunda. Es un momento en el que resulta todo tan obvio, que te preguntas cómo no te diste cuenta antes.

Cada persona tiene su forma particular de vivir esta experiencia. En mi caso confieso que la emoción que viví fue tan grande, que creí estar experimentando una iluminación. En un instante comprendí toda mi vida. Mi Coach, sumamente presente a lo que estaba sucediendo, con gran empatía me dijo ¨¿querés quedarte con eso ahí un ratito?¨.

Ella comprendió perfectamente que eso era tan importante para mí que requería espacio para vivirlo, sentirlo en mi cuerpo … Aún hoy al escribirlo, vuelvo a revivir todas las sensaciones de ese momento tan intenso.

Me invadió la alegría, el llanto y también el temor de sentirme tan libre y responsable de mi libertad.

En coaching solemos llamar a este momento de expansión de consciencia, momento ¨ahá!¨ o darse cuenta.

Pero como su propio nombre lo indica, es solo un momento. Si no ponemos en práctica aquello que logramos entender ahí, puede ser que se desvanezca fácilmente con el tiempo. Puedes leer más sobre este tema en mi artículo Los maravillosos efectos colaterales del coaching.

Así que llegó el día de poner a prueba mi iluminación.

Llegué al consultorio con la confianza de haber experimentado el entendimiento puro, así que estaba convencida que nada podía salir mal.

Mientras el odontólogo y su asistente me llenaban la boca con toda clase de instrumentos, yo cerré mis ojos y me entregué a la experiencia. Tomé un par de respiraciones profundas. Estaba tan convencida que lo que estaba sucediendo era perfecto para mí, que puedo decir con convicción que lo disfruté y hasta casi me dormí sin anestesia.

Haber pasado por esta experiencia específica de entendimiento puro marcó un antes y un después en mi vida. Lo que aprendí me sirvió para afrontar otros momentos que se me hacían difíciles.

Estoy convencida de que todo es perfecto.

Contame si has vivido alguna experiencia así o te gustaría vivirla.

Te puedo acompañar con coaching profesional para ello.

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