¨A veces no sabemos que algo va a ser extraordinario, hasta que simplemente ocurre¨
Autor anónimo
Una de las facetas más conocidas del coaching profesional es que las personas logran aquello que las trajo al proceso, es decir, resultados.
Metafóricamente hablando, el coaching puede ser la analogía de tomar un medicamento: ingresa al organismo y produce el resultado específico buscado.
Me gusta utilizar esta metáfora farmacéutica quizás por deformación profesional, así que ahondaremos un poco más en ella.
Otra faceta menos conocida del coaching y tan importante como la anterior, es la de sus efectos colaterales.
Colocando esta expresión en contexto, «el efecto colateral de un medicamento es una consecuencia que se puede desprender del efecto principal para el cual se usa», explica la Q.F Jacqueline Ballesteros (1).
Literalmente entonces, una consecuencia no es buena o mala en sí misma. Sin embargo, esta expresión suele tener mala prensa pues frecuentemente se confunde con efecto secundario (2). Además la quimiofobia, interpretada como la cultura del terror hacia las sustancias químicas en general, también ha aportado lo suyo en este sentido.
Los medicamentos además, pueden provocar sus efectos específicos y/o colaterales, de manera inmediata o sostenida.
Sumando estos dos nuevos conceptos a la metáfora anterior, el coaching tiene 3 maravillosos y deseables efectos colaterales:
- la expansión de la consciencia (momento ¡ahá!)
- la capitalización de auto-aprendizajes
- el impacto sistémico
El primero, de acción más bien inmediata, aunque también puede ocurrir más tardíamente, es decir, por fuera de la sesión. Los 2 últimos, de acción sostenida y sin fecha de caducidad.
Para que un medicamento provoque sus efectos específico/s y/o colateral/es, inevitablemente tiene que ingresar al organismo. No hay chance de que esto suceda de otra manera.
En la sesión de coaching, el análogo puede ser el acto de conducir la consciencia hacia el interior de sí mismo a sitios aún no auto-explorados, donde el Coach co-crea con el Cliente esta posibilidad. Tampoco en este contexto hay chance de que suceda de otra manera, aunque su efecto se pudiera llegar a notar por fuera de la sesión.
Así emerge el primer efecto colateral del coaching, la expansión de la consciencia.
Es literalmente un momento, de ahí que se lo conozca como momento ¡ahá!. Allí los Coaches notamos cambios en los Clientes que son muy individuales y van desde sonrisas a lágrimas o alguna frase del tipo «¿sabés de lo que me di cuenta ahora?»
Este efecto de acción inmediata o más tardía, es muy individual y su impacto es potente, pero de corta duración.
Sin embargo, los Coaches profesionales estamos entrenados para co-crear con el Cliente la transformación de este efecto de corta duración, en sostenido, de mayor potencia y sin fecha de caducidad.
¿Cómo? Poniéndolo a prueba.
Luego de este primer efecto, el Cliente es una persona que ya observa con nuevos ojos el resultado que lo trajo al coaching y el paso natural que sigue, es accionar.
Pues esta persona:
- puede hacer algo diferente y nuevo, porque tiene un observar nuevo dado que ha modificado su marco de referencia.
- y además, en la medida en que más hace de esta nueva forma, más capitaliza lo que auto-aprende sobre sí misma, su nuevo hacer, sobre cómo hace lo nuevo que hace y sobre cómo su nuevo observar y hacer impacta en sí misma y su sistema.
Parece un juego de palabras, pero es la espiral virtuosa de los maravillosos efectos colaterales de coaching.
Precausión:
Cuando un medicamento no produce los efectos deseados, es de sentido común consultar al Médico que los prescribió.
Cuando en el coaching el Cliente no tiene los resultados que busca, lo más efectivo es que abra el tema a su Coach dado que los Coaches profesionales estamos entrenados para actuar en consecuencia.
Sugerencia adicional:
Contrata siempre Coaches profesionales certificados de los cuales puedas comprobar sus cualificaciones.
(1) Amiga y Colega; Directora Técnica de Farmacia Médica Uruguaya y Docente de Farmacia, a quien agradezco su ayuda con algunos conceptos farmacéuticos que yo tenía oxidados.
(2) Efecto no deseado de un medicamento